Esta mañana como todos los domingos salí a correr, suelo
hacerlo por Bella Vista, por proximidad pero más que nada por sus arboledas.
Mi ruta está tan llena de árboles como de casas señoriales,
estilo inglés. Cruzo iglesias y feligreses por el camino. También un par de
perritos que no me quieren. En fin ese es mi circuito.
Hoy llegué más lejos en mi ruta y me crucé con una bonita
casa donde flameaba la bandera argentina, una cruz, y en la ventana tenía colgado un afiche de la
campaña antiderechos llamada “bebito”. Para mí esto es común ya…pero lejos de
molestarme me pasó algo raro…sonreí, sólo podía sonreír.
Cuando corrés el mejor momento, casi orgásmico, es cuando
llegás a una especie de “estado de Nirvana”, no pensás, la cuerpa fluye y
deviene una con los caminos.
En “Nirvana” me fluyó una enorme sensación de éxtasis, alegría
y seguridad. Vino a mi mente “mis hijas
van a heredar una enorme marea verde violeta”. Mis hijas no están solas y ya heredan
un enorme capital simbólico: “el
feminismo”.
Teniendo niñas a veces me pregunto por su presente y futuro,
por las violencias; pero hoy me atravesó
una enorme confianza, la sentí en mis huesos que rebotaban en el asfalto. Ellas no están solas tienen los feminismos.
¿Cómo funciona la herencia simbólica feminista? Ella es de una
gran riqueza, la verdadera riqueza.
Nos educamos generalmente, en familias y sociedades donde heredar es concebido
como transmitir trapos, deudas, bienes materiales.
Familias y generaciones enteras preocupadas por la herencia
material; dicho sea de paso esto fue pilar de la construcción moderna de la
monogamia y fragilización sexual de las mujeres (debía saberse de quienes eran
nuestres hijes para la acumulación del capital). Esto es fundante de la monogamia
y la pasivización sexual femenina modernas; pero no comemos vidrio y sabemos
que los varones no son monógamos, o por lo menos no los atraviesa ese mandato.
Nacer en cuna
feminista es otra cosa, es alojar intergeneracional, simbólica y materialmente
a las otras en su diversidad y multiplicidad.
¿Qué heredamos?: Transmitimos
recursos simbólicos, abrazos, empatías, saberes, lenguajes, ciencias, técnicas,
estrategias y picardía. Pasamos horas hablando; horas que ya son décadas y
siglos juntas, debatiendo, haciendo consciente lo inconsciente, sanando heridas
intergeneracionales, riendo, pensando, haciendo política.
Este enorme capital se hereda, se transmite, lo vemos en las
pibas más jóvenes, lo vemos en las niñas; en las infancias femeninas; cotidianamente.
Cada día sabemos que levantamos un celular, mandamos un
mensaje, golpeamos una puerta y estamos. Entendemos que si nos llega ese
mensaje hay que atenderlo Ya! No importa el día y la hora. Es un abrazo eterno.
Sé que mis hijas están envueltas en ese pañuelo, que es
infinito, que es trans…trans generacional.
Obvio que como todo movimiento social tiene matices,
conflictos, quiebres y devenires…tal vez allí este su grandísima potencia.
Tal vez mis hijas no hereden grandes bienes materiales y la verdad me importa poco. Me interesa que devengan en la mar verde violeta llena de abrazos y amistad; confío en que la marea de hermanas las hermane aún más.
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